TWIN PEAKS

Tenían suficientes frutos de haberse pasado casi toda la temporada de Tauro recolectando y subidos en los árboles. Nada nunca se compararía a Abril y sus Eclipses, y el eco de la Cruz Cardinal aún les hacía volver la cabeza a un camino que ya no estaba ahí. Entre las cicatrices, la historia de la rebelión podía ser leída en su piel. El último enfrentamiento con el Minotauro la noche de la luna llena abrió varias heridas, pero retroceder ya no era una opción, y esa misteriosa capacidad de re generarse, lo que les dió la ventaja. Ella intercambió sus últimas pertenencias por una réplica del vestido de Audrey Hepburn en Breakfast at Tiffany's, y él decidió disfrazarse de un Vampiro que brillaba bajo el sol. Les dijeron que a donde iban se necesitaban varias identidades, y poco equipaje. Marte despertó de su retrógrado, y con él una audacia a la que tomaba tiempo acostumbrarse. Atravesaron la última montaña rocosa a pie, y la tierra parecía haber llegado a su fin: el cielo se abría debajo de ellos y varias millas mas allá, una pequeña ciudad parecía flotar entre las nubes, rodeada de pequeñas islas suspendidas en la nada. Un par de drones les dieron la bienvenida. Ninguno de los dos tenía miedo a volar, así que se dejaron llevar. La gente era extraña: atentos y muy distraídos a la misma vez, iban de prisa a todos lados, pero sonreían con facilidad, los trabajos eran intercambiados cada cierto tiempo de acuerdo a las habilidades, y parecía que nadie terminaba lo que empezaba. Nada era mas importante que las noticias, y el Internet era el mas veloz del planeta. ¿Era telepatía? Muchas veces la gente en los negocios sabía lo que necesitaban antes de que lo dijeran en voz alta. No podían evitar ser suspicaces, pero a la misma vez, sentían muy buenas vibraciones. Incluso los invitaron a una gran ceremonia para recibir a la luna nueva a fin de mes, clases de Yoga aéreo, y a concursos de cultura general los miércoles. Lentamente empezaron a relajarse, y una mañana se animaron a bajar al Café que tenían mas cerca a su hospedaje. Ella seguía usando el vestido negro, pero empezó a usar el cabello suelto. Un chico de zapatillas aladas la miraba curiosamente desde otra mesa, pero decidió no devolverle la mirada (también le advirtieron la fama de los chicos de esa ciudad, y que no les creyera todo lo que saliera de sus bocas: que el truco estaba en observar sus acciones). Había tardado demasiado en conseguir su libertad para complicar su viaje una vez mas. El menú tenía tantas opciones y escrito en tantos idiomas que decidió ir por lo seguro y pedir un Té chai. Antes que la mesera se alejara patinando con su orden, recordó algo que había leído, y pidió Leche de almendras, en vez del Té. "¿Por que no pide los dos?" Sugirió la mesera, que apuntaba todo en un cubo de Rubik. -"Aquí siempre es temporada de Géminis".